"A veces sentimos que Burgos nos contradice y conspira contra nosotros; otras, nos ayuda y pone en nuestro camino a la persona que queremos encontrar, nos regala las luces de un atardecer o la soledad de un banco bajo la sombra de un castaño. Según su humor, Burgos nos protege y cobija o nos empuja y nos saca a patadas a la calle. Quizá debamos reconocer entonces que no somos los hombres los que moldeamos las ciudades, sino que sucede justo lo contrario. Rodenbach, refiriéndose a Brujas, lo expresó así: Toda ciudad es un estado del alma, y cuando se vive cierto tiempo en ella, este estado espiritual se contagia, se propaga en nosotros a través de un fluido que se inocula y se incorpora con la tonalidad del aire.
¿Cuál es el alma de Burgos? Para responder a esta pregunta hay que acercarse a la ciudad, vivir en ella, sentir cómo -en el momento más inesperado- nos asalta, nos ilumina, nos atrapa."
Fragmento de La ciudad de Plata de Óscar Esquivias
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