En relación con el artículo del Sr. Laborda, publicado el día 18 de mayo, sobre los inicios de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, me permito hacer las siguientes observaciones. En primer lugar, descalifica reiteradamente las posiciones alternativas a la actual configuración territorial de la Autonomía como propias de una derecha rancia y cavernícola; y esto no es así, le recuerdo que las posiciones de Segovia y León, en cuanto a su exclusión de la futura Comunidad Autónoma, eran compartidas por personas de variada adscripción ideológica, que coincidían en defender la constitución de dos comunidades autónomas (León y Castilla La Vieja) ante la doble identidad histórica, que era lo previsto en la Constitución; la singularidad de Segovia se inspiraba directamente en el pensamiento castellanista de Anselmo Carretero Jiménez, militante del PSOE y exiliado en Méjico tras la Guerra Civil, del que recientemente se ha afirmado que inspira la práctica de destacados compañeros de partido del Sr. Laborda (entre ellos el Sr. Rodríguez Zapatero), en cuestiones relativas a la organización territorial de España. En segundo lugar, las pretensiones de Segovia tenían la misma y endeble legitimidad democrática que las del resto de las provincias que sí decidieron su integración en Castilla y León. Se llegó al bochornoso e inédito espectáculo de que, en contra del espíritu constitucional que configuraba el derecho a la autonomía como facultativo, se forzara por medio de una Ley Orgánica la incorporación de Segovia a la Comunidad Autónoma de Castilla y León por razones de interés nacional. El Sr. Laborda reconoce en su artículo que la opinión pública no era precisamente favorable a la construcción de este Ente autonómico y tiene razón; las decisiones se tomaron a espaldas de unos ciudadanos que desde la escuela habían aprendido que una región histórica era Castilla La Vieja, formada por Santander, Burgos, Logroño, Soria, Segovia y Ávila y otra región histórica era León, formada por León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Palencia. Finalmente se constituye una macrorregión artificial, basada en la Cuenca del Duero, con centro geográfico en Valladolid; en este invento político, Burgos, cuna de Castilla y del idioma castellano, se convierte en una provincia marginal y sus pretensiones capitalinas y de progreso van a quedar muy pronto frustradas, como no podía ser menos. Las consecuencias están ahí, la identificación primaria de los habitantes de las nueve provincias con su Comunidad está en porcentajes de risa y esto no se remedia por muchos villalares que se organicen.
José A. Amo
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3 comentarios:
Hola!
Soy otro burgalés de la diáspora, y acabo de dar con tu blog gracias al enlace de bcf1922.blogspot.com.
¿Puedes linkearme al artículo original de Laborda? Muchas gracias
Hola. Pues con todo respeto disiento y me apunto más a la tesis de Laborda en su artículo. Lo viví desde dentro de la UCD y observé que los mandamases de aquello que no era un partido (no lo olvidemos) jugaban con las provincias como los niños con los cromos. Y Martín Villa, falangista, jugó un papel decisivo en la creación artificial del engendro que ahora tenemos. Y no hay que olvidar que en UCD estaba la misma derecha cavernícola que ayudó a tumbar a Suárez y que luego se pasó en bloque a Alianza Popular. No vale la pena citar más nombres.
Pero me alegra que haya un intercambio de opiniones sobre el tema, aunque ya sea tarde para remediar una situación que nació mal.
Un saludo
El artículo está escrito por una persona que colabora de vez en cuando desde Burgos. Creo que la tercera parte es esta: http://www.diariodeburgos.es/noticia.cfm/Opinión/20080519/villalar/regionalizacion/simbolo/democratico/iii/FD4AB189-1A64-968D-5962164CB2CD8FA1
Gracias por los comentarios
pd: esperemos que no sea tarde, Manzacosas
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